Mamá

A ti, que me diste tu vientre, hoy y siempre gracias. Cuando era niño, no comprendía el inmenso significado de tu amor: guardarme, alimentarme y protegerme durante nueve meses, cuidando cada detalle para que mi llegada fuera hermosa. Ese fue el inicio de nuestra historia.

A ti, que me diste tu amor y tu espacio, hoy y siempre gracias. Ahora, como adulto, entiendo que como madre, dejaste tus sueños a un lado para caminar detrás de mí, asegurándote de que no cayera, no sufriera, no llorara. Trabajaste incansablemente para que nunca me faltara alimento, educación y una vida mejor que la que tú tuviste.

Mamá, una palabra pequeña con un significado infinito. Dicen que en la vida no hay un manual para ser la mejor madre del mundo. Ninguno de nosotros es perfecto, pero sé que hiciste tu mejor esfuerzo cada día.

Yo, como madre, agradezco a Dios por haberme dado el milagro de la vida. Cada vez que recuerdo esa pequeña semilla formándose dentro de mí, me asombro ante la maravilla de la creación. Podemos dejar herencias materiales, pero el más grande legado es aquel que nace de nuestro cuerpo y nuestra sangre.

Yo, como hija, Mamá, gracias por todo. Gracias por enseñarme a trabajar, por creer en mí, por cuidarme, por amarme sin condiciones.

Hoy, a ti hijo, hija, los invito a que no esperen un día especial para demostrar amor. No esperen al Día de las Madres para decirle cuánto la aman. Háganlo siempre que puedan. Tomen el teléfono, envíenle un mensaje, porque esas palabras son el motor que la impulsa a seguir adelante.

Porque el amor todo lo puede. A todas las madres del mundo, y a aquellas que nos cuidan desde el cielo, ¡feliz día!

Hoy, aquí y ahora.