El domingo pasado acompañé a mi hijo a la iglesia. Suele ir con su familia, pero esta vez fuimos solo su hermano y yo.
Fue una ceremonia preciosa, en la que se puso de relieve el valor y el amor de la familia.
Cuando tomé sus manos, sentí esas pequeñas manos en las mías, cuando los tomé para enseñarles a caminar, recordé cuando eran niños e íbamos a la playa, al supermercado, a la escuela, y hoy son hombres.
Siempre les he demostrado mi amor incondicional.
Creo que les he pedido disculpas cuando ha sido necesario.
Les doy besos y abrazos cada vez que me dan la oportunidad.
Y hoy, les doy las gracias por formar parte de mi vida, de mi equipaje de viaje en mi mundo de aventuras.
Les doy las gracias por las lecciones que me han enseñado:
El amor incondicional
El perdón
Dejar ir
Vivir un día a la vez
Nada es mío y nada me pertenece
La libertad, etc.
Hoy no es un día especial, no celebramos nada.
Simplemente, quiero darles las gracias de todo corazón por ser mis hijos y yo su madre.
Vive cada momento importante de tu vida
Recuerda que sólo hoy es importante, que ayer ya pasó y mañana llegará.
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